jueves, 4 de agosto de 2011

Aceptando lo que es, sin juicios



     Un joven entró en una villa cargando una pesada maleta. Sentado en una roca estaba un anciano fumando una pipa. "¿Cómo es la gente de esta villa?", preguntó el joven.
     "¿Cómo era la gente de la villa de donde tú vienes?", replicó el anciano. "Era gente muy desagradable: deshonestos, ladrones, desagradecidos y rencorosos. Siempre estaban peleando entre ellos y tratando de aprovecharse de los otros. Chisme y resentimiento eran comunes entre ellos. Por eso estoy preguntando, antes de entrar, ¿cómo es la gente de este pueblo?"
     El anciano suspiró y dijo: "Creo que no vas a encontrar diferencia aquí. La gente de este pueblo es exactamente igual a la gente de la villa de donde tú vienes".
     "Entonces continuaré mi viaje hasta la próxima villa", dijo el joven, y tomó su maleta y se marchó por el mismo camino.
     "Adiós", dijo el viejo y volvió a fumar su pipa.
     Después de un tiempo, otro joven llegó a las puertas de la villa. "¿Cómo es la gente de esta villa?", preguntó.
     "¿Cómo era la gente de la villa de donde tú vienes?", dijo el anciano.
     "La gente de mi villa era muy agradable. Siempre estaban dispuestos a ayudarse unos a los otros, y el amor y la compasión eran lo común entre ellos. Siempre podías encontrar un amigo dispuesto a escuchar tus problemas. Me entristeció tener que dejarlos. ¿Cómo es la gente de esta villa?"
     "Aquí no encontrarás mucha diferencia. La gente de esta villa es exactamente igual a la gente de tu pueblo. Bienvenido." Y el joven entró en la villa.


Fuente: ¿Para qué caminar si puedes volar? , Isha
  • Constantemente estamos echándole la culpa de nuestro descontento a los demás, así como el primer joven de esta historia que intentaba alejarse, según él, de las causas de su infelicidad. Casi siempre le echamos la culpa al sistema, a los políticos, a nuestros jefes "explotadores", a nuestros padres, amigos, profesores, a los que nos cobran las deudas, a los ricos, a la pobreza, a la iglesia, a la contaminación, al tráfico, etc. Es mucho más fácil culpar a todo lo externo a nosotros, porque es lo que hemos echo desde que éramos niños y ahora, inconscientemente, forman parte de nuestras acciones diarias.
  • Optamos por un partido político, una religión, nos convertimos a una nueva fe, nos mudamos, intentamos cambiar las cosas externas llegando hasta límites insospechados; sin embargo "NADA CAMBIA" , todo lo que sentimos o percibimos del espacio externo es un REFLEJO  de nuestro mundo interno, nosotros proyectamos nuestro malestar a los demás y lo que recibimos son reacciones, así como cuando se aplica una fuerza a algo, ése algo reacciona con la misma intensidad, pero en dirección contraria.
  • Sentimos un grado de ansiedad en la medida en que creamos presión externa y por ello siempre buscamos un alivio, muchas veces fugaz. Para ahogar el grito del alma dolida, algunos, buscan el amor fuera de si mismos, buscan alivio sexualmente de forma casual con un sin fin de personas. Otros prefieren ahogar los problemas con el alcohol, comiendo compulsivamente o consumiendo drogas. Quizá decides trabajar de manera obsesiva como forma de alivio, o volverte adicto de la televisión o el internet.
  • Intentamos buscar la felicidad fuera de nosotros, aunque tarde o temprano nos daremos cuenta de que aquélla nace desde adentro. Pero nuestros pensamientos están regidos por nuestros hábitos y cuando uno es joven suele ser muy difícil romper con nuestras costumbres más profundas, pero tenemos que hacerlo, tu contrincante más difícil en la vida eres tú mismo. Aun si nos mudamos a un nuevo ambiente, llevamos en nuestras pesadas maletas todo nuestro pequeño mundo del cual pretendemos escapar. Así que quizá es hora de buscar dentro de nosotros o mejor, darle a nuestra alma un mejor espacio dentro de nosotros, aunque para eso tengamos que inventarlo.
El anciano y el viajero

Huyendo de los problemas