sábado, 16 de julio de 2011

Abrazar el momento presente

Una pareja de recién casados se mudó a un apartamento en un vecindario muy concurrido. La primera mañana en su nuevo hogar; después de haber hecho el café, la joven esposa miró por la ventana y vio que la vecina colgaba las sábanas para secarlas. "¡Qué sábanas tan sucias! - pensó -, quizá necesita comprar otro tipo de detergente. Yo debería ir a enseñarle cómo lavar apropiadamente. "Cada dos días ella le murmuraba lo mismo a su esposo con desdén, mientras veía a su vecina colgar la ropa sucia desde tempranas horas del día.
Pasado un mes, una mañana la joven esposa vio con sorpresa que su vecina estaba colgando las sábanas perfectamente limpias. Ella exclamó:
- ¡Mira, finalmente aprendió a lavar la ropa, me pregunto quién le habrá enseñado!
Y el marido le contestó:

- Bueno, en realidad, mi amor, la única diferencia es que me levanté temprano esta mañana y limpié la ventana.

Cada uno de nosotros ha estado viendo a través de una ventana toda la vida. Manchada por las creencias e ideas adoptadas del pasado, esta superficie distorsionada crea nuestro mundo y gobierna nuestra percepción del universo. En la mayoría de los casos, nuestras ventanas están cubiertas por la mugre y el polvo de toda una vida, nublando nuestra visión, bloqueando la luz de la verdad de nuestra vista.
La ventana de la mente se ensucia cuando el subconsciente se llena de opiniones basadas en la autocrítica y el miedo. Desafortunadamente, ése es el caso de muchos de nosotros y por ende los pensamientos incesantes y erráticos son nuestros compañeros constantes. Nuestras mentes adultas se encuentran en perpetuo caos y contradicción. Nuestros pensamientos demandan en todo momento nuestra atención, mientras saltamos de una distracción a otra. Este pensar incesante afecta a nuestro sistema nervioso y en pocas ocasiones habitamos en el momento presente, que es donde podemos encontrar paz.
¿Cómo logran esto nuestros pensamientos? El secreto yace en la vibración. Nuestros pensamientos tienen una vibración, así como cualquier sonido la tiene. Ellos resuenan dentro de nuestro sistema nervioso, afectando nuestro ritmo vibratorio interno. Cuando nuestros pensamientos son erráticos y conflictivos crean una vibración disonante en el cuerpo. Cuando nuestros pensamientos son armoniosos y creativos la vibración de la unidad los envuelve.

Isha




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